El primer proceso electoral celebrado bajo la Presidencia de
Enrique Peña Nieto se ha dado. El camino no fue fácil de transitar. Desde la
firma del adéndum al Pacto por México
hasta las impugnaciones que resultarán de la jornada del domingo pasado.
Elecciones que han sido marcadas por la violencia, física y emocional, y que
han dejado muchas reflexiones y lecciones.
Lo primero a concluir es el lastimoso y evidente control que
ejercen los gobernadores de los estados para incidir en el proceso electoral en
favor del PRI. La utilización de los recursos públicos es nuevamente parte de
la estrategia político-electoral de los candidatos oficiales. Gobernadores que
lo mismo interfieren en los institutos y autoridades electorales para evitar
alianzas políticas que les son adversas, o que decididamente utilizan la fuerza
pública para operar en favor de su partido.
Es sintomático que la participación parcial de los
gobernadores se refleje en procesos violentos donde se intimida, se golpea o se
detiene arbitrariamente a quienes militan en partidos contrarios a la filiación
partidista del gobernador. Ello a la vez se traduce en baja participación
ciudadana, en procesos en algunos casos desolados.
La violencia se ha trasladado a la propaganda; las campañas
han dado un vuelco para ceñirse a señalamientos mediáticos que únicamente desprestigian
a la política. Algunos medios abonan a ello, a publicar sin investigar, a
apostar por el escándalo y no por la información.
Finalmente otra reflexión apunta al crédito que las alianzas han
ganado. La alianza se ha vuelto un elemento competitivo importante para encarar
las adversidades de enfrentar al poder
del estado en toda su expresión.
A pesar de todo el derroche de recursos públicos, de toda la
operación de los gobiernos, de la utilización de medios para desprestigiar a
nuestros candidatos, Acción Nacional salió avante. Con datos preliminares, mantener
la capital poblana y el Gobierno de Baja California, son refrendos de confianza
a buenas gestiones. Recuperar ciudades importantes como Boca del Río, Aguascalientes,
Saltillo y Mexicali son alientos para el panismo.
Muchos queretanos asistimos a distintas campañas y nos hemos
traído muchas preocupaciones por la violencia desatada por los gobiernos
locales, pero a la vez, nuevos aprendizajes y mucho, mucho ánimo.
Armando Rivera en Baja California, Alejandro Delgado en Mexicali,
Marcela Torres y el equipo del Comité Estatal en Aguascalientes. Muchas
elecciones, muchas reflexiones, muchas lecciones.
Este proceso nos convoca a retos y nos pone ejemplos: se han recuperado
ciudades importantes a pesar de las dificultades. Los panistas de Querétaro nos
estamos ocupando en prepararnos y mejorar para ser una clara opción de gobierno
del lado de los ciudadanos.
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