Hay dos hechos que se han ventilado intensamente en los
medios de comunicación. El cambio de Coordinador de los Senadores del Partido
Acción Nacional por la facultad del Presidente Nacional del partido y las
diferencias públicas de un grupo de Senadores con la Dirigencia Nacional.
Partimos de entender que la decisión de nombrar o remover al
Coordinador de los Senadores es una facultad reglamentaria exclusiva del Jefe
Nacional y que es una atribución conocida y reconocida que no ha sido
cuestionada incluso cuando se nombró en su momento al Coordinador cesado.
Es lamentable que asuntos como éstos, se ventilen
públicamente en clara violación a las disposiciones de orden interno que
contemplan nuestros reglamentos, sin embargo, es fundamental que se recupere el
diálogo institucional una vez conocidos los hechos.
Para comprender mejor el origen y la razón de este conflicto
es oportuno y aleccionador retomar el pensamiento de Don Carlos Castillo Peraza
sobre la autoridad y las relaciones del poder en el Partido Acción Nacional.
En el marco de una reunión nacional con legisladores locales
refería: “… alguien obedece a otro cuando cree que le da una orden
legítimamente. Otro elemento pues de la relación de poder es esa fe
en la legitimidad. Y los otros dos elementos que podríamos señalar es que todo
poder se da en una relación. No se da el poder sobre la nada. Se tiene que dar
en una relación. Si no hay quien me obedezca, yo no tengo poder alguno. Por eso
el poder tiene que ver con una relación. Pero además se tiene que dar en una
comunicación. Es decir, si yo no le digo a otro haz, o él no se entera que yo
le dije, pues tenga yo o no tenga probabilidad o fuerza, pues no lo va a hacer;
tiene que haber relación, tienen que haber comunicación, tienen que haber fe en
la legitimidad, y tiene que haber fuerza para que se ejecute la orden o se
concrete la obediencia.”
Continua, “Lo cierto es que para que haya poder tiene que
haber reconocimiento. La lucha por el poder es una lucha para que otro me
reconozca como autoridad legítima para mandarlo y decida obedecerme porque
considera que es razonable, es racional, es bueno, es conveniente, es útil,
etc.”
El problema de fondo de esta crisis interna se puede
encontrar y explicar a través de las palabras de Castillo Peraza que concluían:
“El problema de la legitimidad del poder es el problema del ennoblecimiento de
la obediencia… Una autoridad vale tanto cuanto vale el argumento que la funda.
Y yo creo que el partido, en este sentido, tiene plena autoridad, aunque no
tenga fuerza. A pesar de nuestros
defectos, a pesar de nuestras fallas personales, institucionales, orgánicas, el
Partido Acción Nacional está legítimamente fundado, sus autoridades son
legítimas y, por tanto, son un poder pero no son una fuerza física frente a
ustedes (legisladores del PAN)… El poder mío, del Presidente Nacional del
Partido, en tanto que capacidad de coerción, es nulo. Sólo tengo el poder que
ustedes me den; nada más.” Y sentenciaba, “Ustedes representan en los Congresos
la autoridad, y por tanto, el poder legítimo de Acción Nacional hacia adentro y
hacia afuera. Y tienen relaciones con otro poder: el interno del partido; su
Comité Estatal, su Comité Nacional… El poder interno, en el partido, tiene
legitimidad y por tanto, tiene autoridad aunque no tenga fuerza.”
Con esta claridad de conceptos sobre autoridad y poder dentro
del partido, podemos discernir las conductas y reacciones que en el caso se han
manifestado. La tarea inicial pasa por reconciliar relaciones, retomar el diálogo institucional
y recordar, junto a Carlos Castillo Peraza, a Shakespeare, “Rey infeliz, nadie
acudirá a tu llamado.” No hagan infeliz al poder legítimo, a los poderes
legítimos de su propio partido. Acudan a su llamado.