La realidad ha exigido a los
partidos políticos encontrar mecanismos para propiciar la conciliación y
establecer compromisos comunes. El mismo propósito se persigue por medio del Pacto por México que por la firma e
integración de alianzas para los procesos electorales federales y locales.
No tengo duda, las alianzas
electorales llegaron para quedarse. Las elecciones registradas particularmente
en la última década, han estado caracterizadas por la integración de alianzas y
coaliciones que han decantado la competencia electoral. No solo en México se
han presentado con una fuerte presencia estas tendencias, en diferentes partes del
mundo se están enmarcando las elecciones en el terreno de las alianzas
electorales. Están los ejemplos claros de Chile, Alemania y Reino Unido, por
mencionar algunos, donde incluso se han presentado alianzas entre fuerzas
políticas opuestas como el caso inglés donde conservadores y liberales
demócratas gobiernan, en coalición, su país.
En México aún persisten los
intentos por desacreditar estos ejercicios democráticos por quienes, paradójicamente,
no ganarían la mayoría de sus elecciones si no fueran aliados. Quien más
critica las alianzas entre el Partido Acción Nacional y Partido de la
Revolución Democrática es el PRI y sus comparsas, que han encontrado con el Partido
Verde Ecologista de México y el Partido Nueva Alianza la fórmula para marcar
diferencias en las elecciones.
Hoy el Pacto por México puede aportar un nuevo precedente que fomente la
compresión de este tipo de herramientas que promueven el acuerdo y la
conciliación.
El saldo de las alianzas para con
los ciudadanos, ha sido en general positivo. Las críticas a éstas no han tenido
eco entre los miles de ciudadanos que han optado por estas fórmulas para que
los gobiernen.
Hemos comprobado que el PRI regreso
fiel a su pasado y dispuesto a perpetuarse en el poder utilizando al poder
mismo en su favor; para lo que ha buscado, en todo la República y en nuestro
Estado, lo mismo cooptar institutos electorales, que colegios de bachilleres o delegaciones
federales para utilizar los programas sociales con fines partidistas, todo con
opacidad, complicidad, impunidad, pero sobre todo, con cinismo.
Los ciudadanos serán los que
determinen con su voto si una alianza electoral en su Estado le puede
significar un mejor porvenir posible para su desarrollo personal y el de su
comunidad.
Me sumo a la opinión de la
Senadora Laura Rojas “No tengamos miedo a explorar ni juzguemos a priori todas
las posibilidades que la democracia que tanto nos ha costado construir nos
ofrece para seguir consolidándola. Al final del día, la decisión está en las
manos de cada ciudadano en cada elección, frente a la boleta.”
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