lunes, 14 de octubre de 2013

60 años después


A sesenta años del reconocimiento al derecho de las mujeres mexicanas a votar y ser votadas, podemos visualizar el surgimiento de acciones afirmativas que garanticen la equidad de género en la participación política. Los criterios adoptados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación durante el proceso electoral del 2012, dejaron claros los precedentes para constreñir a los partidos políticos nacionales a cumplir con el porcentaje de candidaturas de género previsto en la ley, integrando fórmulas completas – propietario y suplente- del mismo género para evitar casos lamentables como el de las “Juanitas”.  

En nuestro Estado la legislación local prevé de igual forma la obligación de los partidos políticos a “Observar los procedimientos que señalen sus estatutos para la postulación de sus candidatos. En todo caso, las fórmulas para las candidaturas de diputados e integrantes de ayuntamientos, deberán garantizar la equidad y procurar la paridad de los géneros tanto en propietarios como en suplentes. No podrán recaer más de sesenta por ciento en personas de un mismo género, excepto tratándose de candidaturas derivadas de procesos internos que permitan la participación de ambos géneros, de resolución recaída a los medios de impugnación o de sustituciones en los términos previstos en esta ley.” El proceso electoral federal pasado nos advierte sobre los alcances de estas disposiciones y la interpretación que de ellas ha hecho la autoridad judicial. En 2012, a pesar de que nuestros candidatos a Diputados Federales y Senadores fueron electos bajo la excepción – de procesos internos democráticos- se tuvieron que hacer sustituciones para garantizar el cumplimiento de la cuota de género, lo que derivó en conflictos internos que se deben de evitar en el futuro por medios de la reforma a la legislación electoral y teniendo presentes los criterios dados.

Ante estas nuevas realidades y exigencias, podemos asegurar que el proceso electoral de 2015 se distinguirá por el sustancial incremento en la participación de la mujer. Como en ninguna otra elección local, seremos testigos de la participación de mujeres al frente de candidaturas a diputados locales y federales, y seguramente, como resultado de esta incorporación, tendremos en consecuencia más mujeres en las subsiguientes legislaturas.

Las candidaturas de género no pueden verse como una amenaza sino como una oportunidad para los partidos políticos. El partido que más y mejor promueva  e invierta en la formación de sus cuadros femeninos, cosechará mejores resultados en la siguiente elección.

Más allá de la obligación de la ley, estas acciones afirmativas deberían adoptarse por voluntad y estrategia propia, para así, formar una nueva cultura de participación política.

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