A sesenta años del reconocimiento al derecho de las mujeres
mexicanas a votar y ser votadas, podemos visualizar el surgimiento de acciones
afirmativas que garanticen la equidad de género en la participación política.
Los criterios adoptados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación durante el proceso electoral del 2012, dejaron claros los precedentes
para constreñir a los partidos políticos nacionales a cumplir con el porcentaje
de candidaturas de género previsto en la ley, integrando fórmulas completas –
propietario y suplente- del mismo género para evitar casos lamentables como el
de las “Juanitas”.
En nuestro Estado la legislación local prevé de igual forma la
obligación de los partidos políticos a “Observar los procedimientos que señalen
sus estatutos para la postulación de sus candidatos. En todo caso, las fórmulas
para las candidaturas de diputados e integrantes de ayuntamientos, deberán
garantizar la equidad y procurar la paridad de los géneros tanto en propietarios
como en suplentes. No podrán recaer más de sesenta por ciento en personas de un
mismo género, excepto tratándose de candidaturas derivadas de procesos internos
que permitan la participación de ambos géneros, de resolución recaída a los
medios de impugnación o de sustituciones en los términos previstos en esta
ley.” El proceso electoral federal pasado nos advierte sobre los alcances de
estas disposiciones y la interpretación que de ellas ha hecho la autoridad
judicial. En 2012, a pesar de que nuestros candidatos a Diputados Federales y
Senadores fueron electos bajo la excepción – de procesos internos democráticos-
se tuvieron que hacer sustituciones para garantizar el cumplimiento de la cuota
de género, lo que derivó en conflictos internos que se deben de evitar en el
futuro por medios de la reforma a la legislación electoral y teniendo presentes
los criterios dados.
Ante estas nuevas realidades y exigencias, podemos asegurar
que el proceso electoral de 2015 se distinguirá por el sustancial incremento en
la participación de la mujer. Como en ninguna otra elección local, seremos
testigos de la participación de mujeres al frente de candidaturas a diputados locales
y federales, y seguramente, como resultado de esta incorporación, tendremos en
consecuencia más mujeres en las subsiguientes legislaturas.
Las candidaturas de género no pueden verse como una amenaza
sino como una oportunidad para los partidos políticos. El partido que más y
mejor promueva e invierta en la
formación de sus cuadros femeninos, cosechará mejores resultados en la
siguiente elección.
Más allá de la obligación de la ley, estas acciones
afirmativas deberían adoptarse por voluntad y estrategia propia, para así,
formar una nueva cultura de participación política.
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