Una vez concluido el proceso para la reforma
estatutaria del Partido Acción Nacional, son oportunas las siguientes
reflexiones. En primer término, es importante poner en una justa dimensión lo
ocurrido en la Asamblea Nacional Extraordinaria, que no solo significó un
episodio intenso en la vida de Acción Nacional, sino que resultó en un
ejercicio fiel a una de sus más claras tradiciones: la libertad para disentir, oponerse
y expresarse en el marco de un proceso democrático e institucional.
En el PAN, decía Carlos Castillo
Peraza, cada vez que discutimos lo plantean no como un ejercicio democrático
con sus propios riesgos, sino como una guerra civil. No están acostumbrados a
que se discuta. En el Revolucionario Institucional no se discute y el caudillismo
del PRD no tiene un debate detrás. Nosotros, en cambio, nos corremos el riesgo
de discutir, de discutir en público.
El resultado, un nuevo estatuto que
más allá de empoderar al militante para qué elija de manera directa a sus
dirigentes partidistas de todos los niveles, dota de mecanismos a la
institución para mejorar sustancialmente nuestra competitividad electoral. De
ser validado el nuevo estatuto por el Instituto Federal Electoral, será un
facilitador para el cumplimiento de los objetivos estratégicos trazados en el
plan de acción del PAN en Querétaro. Por un lado, nos facultará con claridad a
reservar distritos para el cumplimiento de las cuotas de género, y por el otro,
nos obligará a las dirigencias a iniciar con antelación los trabajos internos
para perfilar a nuestros futuros candidatos.
Está claro, el nuevo estatuto nos
permitirá adelantarnos a otros partidos políticos. De ahí la necesidad para que
brote la unidad interna en torno a objetivos, a esfuerzos, a aspiraciones legítimas
desde la pluralidad. Unidad que debemos proyectar a una unidad mayor, a la que
brota del mismo principio, la que surge del ideal compartido, la que no pide la
renuncia de las aspiraciones personales sino que las incluye y las purifica
dentro de los motivos espirituales
En Acción Nacional - lo vimos en la
Asamblea Nacional- entendemos que no estar de acuerdo, no significa traicionar
ni dividir; es más, debemos partir que el primer acuerdo es que no estaremos
todos y en todo de acuerdo, pero que debe imponerse el orden y el respeto
institucional.
En el PAN estamos dispuestos. En
Querétaro, tenemos una militancia comprometida que se ha adelantado en la
reflexión y que se quiere apartar de la soberbia y el conformismo; contamos con
servidores públicos que honran su mandato y que se han adelantado a trabajar
del lado de la gente; estamos integrando estructuras cada vez más vivas con
actores políticos con presencia y respeto; estamos adelantándonos en todo al
otro partido. Así, no tengo duda que volverá el orden al gobierno y el gobierno
del orden.
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