jueves, 8 de mayo de 2014

Dudas razonables


Dudas y contradicciones son las que privan en torno al proyecto del tren rápido México-Querétaro. Hasta ahora los gobiernos federal y estatal no se han podido poner de acuerdo ni en la velocidad que alcanzaría dicho tren. Unos dicen que la velocidad será de 300 kilómetros por hora y otros que será de 225, pero más allá de la velocidad posible y la velocidad promedio, lo que realmente preocupa es que, al parecer, el proyecto no está suficientemente sustentado en su impacto social, ambiental y económico.

Vamos por partes. El pasado 29 de abril en el marco del Foro Ciudadano para discutir el proyecto del Tren Rápido convocado por la SEMARNAT y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el director del Transporte Ferroviario Multimodal de la SCT, Pablo Suárez Coello, aseguró a los habitantes de Calesa  (lugar en el que se pretende construir la estación ferroviaria) que “no hay ninguna afectación para su colonia”. Sin embargo, días antes, durante la visita a Querétaro de los presidentes Enrique Peña Nieto y Francois Hollande, el propio secretario de comunicaciones y transportes, Gerardo Ruiz Esparza, aseveró ante los representantes de los medios de comunicación que “todos los proyectos tienen afectación, pero se llegará a acuerdos con la población”, lo que no sólo contradice lo dicho por su director de transporte ferroviario sino que evidencia que sí habrá afectaciones que no se quieren reconocer con los pobladores de la zona en la que se pretende construir la estación.

El impacto ambiental está suficientemente documentado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) al establecer que el trazo para la construcción del tren implica que se derribarán 60 mil árboles y se afectarán diez especies protegidas, entre las que se  encuentran la rana leopardo, la lagartija escamosa de mezquite y la culebra sorda mexicana, por mencionar algunas.

Finalmente, el impacto económico de la obra - un proyecto estimado en 40 mil millones de pesos- podría no justificarse debido a que la demanda de esa modalidad de transporte sería menor a la inicialmente calculada por el gobierno federal.

La SCT afirma que “ya hay un proyecto definitivo”, pero se niega a presentarlo y la dosificación de su contenido, nos genera más dudas que certezas.

 

 

 

 

 

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