En el ámbito político-mediático, los últimos días han
estado marcados por las preguntas lanzadas por el cineasta Alfonso Cuarón sobre
la reforma energética y las respuestas dadas por la Presidencia de la
República.
El último año ha traído consigo un gran reformismo que
incluso ha superado por mucho los cambios estructurales promovidos bajo la
Presidencia de Carlos Salinas de Gortari; estamos frente a inminentes reformas de
fondo en materia educativa, de telecomunicaciones, político-electoral, de
competencia, energética, entre otras.
Independientemente de reconocer la voluntad e iniciativa
del cineasta – ganador del Oscar al
mejor director por la película Gravity-
me causa reflexión el acto de interpelar públicamente al Presidente de la
República y a propósito me inquiero: ¿Las preguntas realizadas fueron un acto
genuino de reflexión o fueron motivo de reflector? ¿Si estas inquietudes las
hubiese formulado un presidente de colonos, un ama de casa, un trabajador,
hubiesen tenido el mismo efecto, la misma cobertura mediática, la misma
repercusión, la misma pronta respuesta? ¿Quién pregunta intentó informarse
previamente o sólo se cuestionó desde la comodidad desidiosa? ¿Por qué solo
discutir la reforma energética en sí y evitar debatir sobre al sindicato de
PEMEX y su corrupción? ¿No hay nada que preguntarle al sindicato? ¿Cuántos
mexicanos hemos leído la reforma energética? ¿Es un tema político o técnico?
¿Cuantos ciudadanos podríamos contestar las preguntas de Cuarón con la
información pública disponible?
Es importante valorar el hecho de exigirle a los
gobernantes información, así como reconocer el encargo para involucrarse en los
asuntos públicos y promover con ello la participación ciudadana; pero también, es
indispensable informarse. Por ejemplo, si los ciudadanos tuviéramos
conocimiento de que la gasolina en nuestro país se encuentra subsidiada, ¿esperaríamos que disminuyera su precio en el
corto plazo? Preguntar: ¿cuándo bajará el precio de la gasolina?, ¿sería una
pregunta oportuna, bien informada?
Las diez preguntas
formuladas por Cuarón, son precisas para incentivar la participación ciudadana
y retomar el interés de todos en los temas de todos. Una democracia participativa
nos exige compromiso y responsabilidad, pero también nos requiere que la
pluralidad, la tolerancia y el respeto sean valores vigentes sin los cuales no
se puede transitar por el debate de las ideas. Ojalá que la verdadera intención
de este ejercicio ciudadano de preguntar,
sea el noble designio para fortalecer la conciencia ciudadana y no esconda la
pretensión de partidizar los grandes temas nacionales. Diez preguntas a
reflexión.
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